Seguimos trabajando el TOC para
proporcionar a los pacientes toquianos el mejor tratamiento con Psicoanálisis.
El trastorno obsesivo compulsivo
tiene una estructura complicada que hay que desentrañar en el curso del
análisis pues todos los síntomas, ya sean negativos (prohibiciones, medidas
preventivas y penitencias) o positivos (satisfacciones sustitutivas
simbólicamente disfrazadas) del paciente toquiano tienen un sentido dentro de la
vida psíquica de ese paciente. No hay dos pacientes toquianos iguales por lo
que hay que hacer un análisis pormenorizado de cada paciente para poder
desentrañar el sentido de sus síntomas.
En el presente artículo vamos a
centrarnos en diferenciar los delirios y las obsesiones que a veces se confunden
en los pacientes toquianos. De hecho en la psiquiatría la idea delirante
aparece muy cercana a la idea obsesiva y la paranoia junto a la insania
obsesiva en su calidad de psicosis intelectual. Podemos decir que ambas son una
defensa frente a un conflicto psíquico. Sin embargo, los mecanismos de
producción de estos síntomas y padecimientos son diferentes:
El delirio de la paranoia persigue el propósito de rechazar una
idea intolerable para el yo mediante la proyección
de su contenido al mundo exterior. La trasposición se realiza muy simplemente,
puesto que se trata del abuso de un
mecanismo común en la vida normal: el mecanismo psíquico de trasposición o
proyección. Cada vez que ocurre una modificación interna, podemos optar por
atribuirla a una causa interna o a una causa externa. Si algo nos impide elegir
el proceso endógeno, recurriremos al exógeno.
Por otra parte, estamos
habituados a que nuestros estados internos queden expuestos a los demás (por la
expresión de las emociones). Esto explica el delirio de observación normal y la
proyección normal. Son, en efecto, normales, mientras permanezcamos conscientes
de nuestra propia modificación interna. Pero, si la olvidamos, y solamente
proyectamos en el exterior, tendremos la paranoia, con su exageración de lo que
los demás saben de nosotros y de lo que nos han hecho: ¿Qué saben de nosotros,
que ni nosotros mismos sabemos, que no podemos admitir? He aquí, pues, el abuso
del mecanismo de proyección con fines defensivos [de rechazo].
En las obsesiones el mecanismo que se aplica fundamentalmente es el de la sustitución que es un mecanismo que
también se aplica en la vida normal. Sin embargo es objeto de una aplicación
abusiva por parte del sujeto al servicio de la defensa frente a sus propias
tendencias agresivas indeseadas. De este modo se producen inhibiciones tales
como prohibiciones, restricciones, etc. Pero además pueden formarse síntomas. La
formación de síntomas triunfa cuando consigue amalgamar la prohibición con la
satisfacción de una manera tal que lo que originalmente fue un mandamiento
defensivo o una prohibición adquiere también la significación de una
satisfacción, a cuyo efecto se utilizan con frecuencia caminos de enlace
extraordinariamente artificiosos. En los casos extremos consigue el enfermo que
la mayor parte de sus síntomas sumen a su significación primitiva la
completamente contraria, manifestándose así el poderío de la ambivalencia, la
cual desempeña, un papel de extraordinaria importancia en la neurosis obsesiva.
En los casos menos complicados, el síntoma es de dos tiempos, o sea, que al
acto que ejecuta cierto mandamiento sigue inmediatamente otro que suprime o
deshace lo hecho, aunque no llegue a realizar lo contrario. En el TOC se
mantiene una lucha constante contra lo reprimido; lucha que va haciéndose cada
vez más desfavorable a las fuerzas represoras; y el yo y el superyó toman parte importantísima en la formación de
síntomas. El superyó se hace extraordinariamente áspero y severo, y el yo
desarrolla, obedeciéndole, intensas formaciones reactivas en forma de
hipermoralidad, compasión y limpieza excesivas.
Virginia Valdominos
Psicoanalista
Tfno. 91 125 77 47