El análisis de cientos de casos de pacientes toquianos nos ha revelado que
la relación entre el amor y el odio es uno de los caracteres más frecuentes y
manifiestos en el TOC, y en consecuencia, uno de los más importantes.
En el caso de odio inconsciente que hemos investigado se demuestra que el componente
sádico del amor tiene una intensidad muy elevada por lo que ha sido reprimido
de una forma muy prematura y fundamental. De esta forma el TOC se deriva de dos
factores: Por un lado del amor consciente intensificado por reacción y por el
otro del sadismo que continúa actuando en lo inconsciente en calidad de odio.
En el 'Simposium' dice Sócrates Alcibíades: 'Hace mucho que he deseado que
él estuviera muerto; sin embargo, sé que estaría mucho más apenado que feliz si
él fuese a morir: es así como no sé que decir'.
Frente a un amor intenso se alza un odio casi tan intenso como el amor.
Como resultado se produce una parálisis parcial de la voluntad en todos
aquellos actos que están movidos por el amor. Se produce así, una indecisión
que se va extendiendo paulatinamente a toda la actividad del sujeto. Y queda
instaurado el régimen de la obsesión y de la duda.
La duda se produce por la percepción interna de la indecisión que se
apodera del enfermo de TOC como consecuencia de la inhibición del amor por el
odio en cuanto se propone realizar algún acto. Duda en realidad de su propio
amor que debería ser para él lo más seguro y esta duda se extiende sobre todo
lo demás, preferentemente sobre lo más nimio e indiferente. Aquel que duda de
su amor tiene que dudar de todo lo demás que es menos importante que su amor.
Esta duda es la que provoca la inseguridad del paciente y le lleva a repetir
una y otra vez sus medidas de protección, para desvanecerla. Hablaremos en otro
capítulo de la duda en el TOC. Vamos a continuar ahora con el sadismo y la
ambivalencia amor-odio.
En el estudio de los casos de pacientes toquianos observamos además que en
el sadismo mantienen una identificación con el padre y en el masoquismo una
elección del padre como objeto sexual. Llegando a transformar algunos de ellos
ese masoquismo con respecto al padre en una actividad femenina para con él, o
sea en homosexualidad, por eso observamos en algunos pacientes toquianos un
gran temor a ser homosexuales (algo que estudiaremos en próximos capítulos)
cuando efectivamente no lo son, observando en ellos una homosexualidad en su
inconsciente que convive con una virilidad narcisista disociada.
En el TOC es característico un cambio de orientación del sadismo (que
siempre es hacia otra persona, generalmente el padre que le separa del amor de
la madre) hacia la propia persona, convirtiéndose en una especie de masoquismo.
Esto queda explicado porque las pulsiones sexuales (que son los instintos
sexuales en los humanos donde todo está pervertido por la palabra, por el hecho
de ser hablantes) pueden experimentar un cambio de destino. Como es el caso del
par antitético sadismo-masoquismo:
- a) El sadismo es la violencia ejercida contra otra persona elegida como objeto.
- b) Este objeto es abandonado y sustituido por la propia persona del sujeto. Cambia de ser sujeto activo a ser sujeto pasivo del impulso sádico.
- c) Busca una nueva persona que pueda ejercer el papel de sujeto. Que ejerza la violencia contra él/ella. Es lo que llamamos masoquismo.
En el caso del TOC, la pasividad es con respecto a
la propia persona, no hay un tercero que ejerza el papel de sujeto sino que es
el propio paciente toquiano el que ejerce el papel de sujeto y objeto del
instinto sádico. La transformación no llega más que hasta la fase b). El deseo
de atormentar se convierte en autotormento y autocastigo, no en masoquismo.
Por último resaltaremos que a diferencia del
melancólico el paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo está protegido frente
al suicidio porque mantiene el objeto odiado (no lo introyecta, no se confunde
con él como le pasa al melancólico), que generalmente es el padre o una figura sustitutiva
(en otro capítulo estudiaremos el complejo de Edipo en el TOC). Por lo que el
componente destructor del superyó vuelto contra el yo, no llevan hasta la
muerte, se quedan en los reproches atormentadores y penosos de la conciencia
moral, los impulsos eróticos se convierten en impulsos agresivos y goza con la
excitación sexual concomitante.
Con lo que goza el paciente toquiano no es con el
dolor sino con la excitación sexual concomitante al autotormento y al
autocastigo.
Gracias.
Continuamos la próxima.
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